martes, 23 de octubre de 2012

¿Cómo te explico…?

 

No podemos seguir esquivando el tema, amigo mío. Venimos de historias muy distintas y eso se nota. Tenemos ingresos distintos, vamos de vacaciones a lugares distintos y mandamos a nuestros hijos a colegios diferentes. Una serie de casualidades nos hizo encontrarnos y caernos tan bien como para juntarnos a tomar unos vinos de vez en cuando. Descubrimos que escuchamos la misma música y tenemos algunos gustos en común, pero hay una discusión a la que le venimos haciendo el quite.

Tú sigues creyendo en este sistema neoliberal, pese a que has venido a mi casa y ves que yo tengo que padecerlo mientras tú lo disfrutas. Para ti las consecuencias indeseables del sistema son simplemente desvíos que requieren pequeños ajustes. Yo, en cambio, creo que esto está todo podrido y que tenemos que cambiarlo completamente.

¿Cómo te explico cómo veo yo la diferencia entre el estado solidario y el estado subsidiario? Es más o menos así: tú tienes cinco hijos, quieres mandarlos a un colegio caro, pero sólo te alcanza para pagarle la cuota a uno. En el estado solidario, buscarías un colegio no tan caro para mandarlos a todos juntos. En el estado subsidiario les haces una prueba y mandas al que sacó puntaje más alto al colegio caro, y a los demás los mandas a una escuela municipal sin copago. Teniendo en cuenta que el mayor va a dar la prueba antes que el menor aprenda a caminar, no hay que ser adivino para saber quién sacará mejor puntaje. Luego tendrás que armar una historia para explicar a los menores que el mayor ganó su oportunidad por su mayor capacidad. Tú no le harías eso a tus hijos ¿verdad?. Entonces ¿por qué crees que como país debemos hacer esa salvajada?

Claro, tú no te sueles plantear ese dilema porque tu ingreso te permite mandar a los cinco a un colegio caro. Pero ¿y si el dilema se te planteara con la salud?¿harías un sorteo entre ellos a ver a quién le toca ir al dentista?

Temo que si empezamos esta discusión me salgas con el clásico “quieren todo gratis”. No soportaría que usaras un cliché tan básico. No lo creo. Espero que no esté en tu repertorio. Porque si llegáramos a ese punto tendría que olvidarme de los buenos ratos, de las veces que me has dado una mano y de las botellas que nos hemos bebido juntos. Tendría que mandarte a la cresta…

¿Conversemos?

1 comentario:

Tu subconsciente dijo...

Oh Dios mio, al fin alguien que lo explica en palabras tan simples. Me lo voy a aprender de memoria y lo repetiré hasta que el más tonto y básico de los capitalistas entienda el problema.
Gracias!