Leyendo sobre el sistema de acreditación de laboratorios y la garantía de calidad en salud. Encuentro contradicciones entre los discursos y la realidad que percibimos.
- El marketing versus la realidad:
En un sistema que se impone como objetivo lograr un producto de calidad, la implementación de un sistema de gestión tendrá la doble virtud de ayudar a mantener y mejorar el nivel de calidad inicial, y al mismo tiempo mantener bajo control los costos.
Suena muy bonito, pero la sensación en los laboratorios es que “la calidad cuesta”, y que nunca es suficiente el presupuesto para implementar el sistema de gestión. ¿Por qué?
Creo que es necesario retroceder un par de pasos para poder tener un panorama más amplio antes de mirar de cerca la calidad:
- El círculo virtuoso:
Supongamos que fabricar un buen producto sin un sistema de gestión de la calidad cuesta $800, y se puede vender ese producto en $ 1000. Supongamos que implementamos un sistema de gestión de la calidad y bajamos los costos a $ 700. Y que podemos seguir vendiendo a $ 1000. E incluso podríamos darnos el lujo de bajar un poco el precio y seguir teniendo margen. Y que además ahora tenemos una calidad controlada. Y que por añadidura tenemos un sistema que puede con el tiempo seguir mejorando la calidad y bajando los costos.
- El círculo vicioso:
Ahora supongamos que el mercado me obliga a vender ese producto a $ 500… Es decir que lo tengo que fabricar por $ 400. Por lo tanto no puedo hacer un producto de calidad: tengo que hacer un producto de $ 400, que no será muy bueno. ¿Puedo implementar en este caso un sistema de gestión de la calidad? ¿Qué calidad se puede ofrecer por la mitad de lo que costaría hacer las cosas bien? En este caso llegamos a un callejón sin salida: al empezar a medir la calidad tenemos que reconocer que el producto entregado no tiene la calidad necesaria, pero los precios de venta que nos impone el mercado nos impiden mejorarla.
No es que la implementación del sistema de gestión nos aumenta los costos: simplemente nos obliga a reconocer que con los precios actuales no se puede entregar un producto con la calidad necesaria.
Y esto ¿dónde nos deja?
A menos que el cartel de nuestro laboratorio diga “Clínica Las Condes”, no podemos poner nosotros el precio que se nos antoje. Pero hay algunas cosas que podemos hacer.
- Comenzando a romper el círculo:
Las municipalidades que no tienen laboratorio propio, licitan sus muestras entre laboratorios privados. Sabemos que en estos casos la competencia por precio es feroz, y que se cobran valores muy inferiores a los precios Fonasa. No voy a tratar de adivinar cómo hacen los felices ganadores para trabajar por debajo del costo y aún así ganar dinero, pero permítaseme sospechar que la calidad de los resultados entregados no puede ser la misma que si trabajaran con los precios correctos.
Si una municipalidad licita su provisión de combustible, y aparece un postulante ofreciendo petróleo a $ 200 el litro ¿sería lógico comprar? ¿no sería razonable sospechar? Y aquí estamos hablando de petróleo, un producto que se puede evaluar fácilmente. ¿Cómo puede una municipalidad evaluar la calidad de los resultados del laboratorio que le vende los exámenes?
Y aquí llegamos al meollo: No se evalúa. El funcionario que elige comprar exámenes a un precio inferior al del arancel Fonasa lo único que ve es que puede mostrar indicadores de gestión que lo hacen ver como un buen administrador. Un buen administrador que ni por casualidad se va a hacer sus exámenes en el consultorio municipal.
¿Cómo podemos lograr que las municipalidades dejen de comprar exámenes bajo el costo? ¿Se puede legislar? ¿Se puede introducir una instancia de evaluación de la calidad antes de la adjudicación? ¿Ayudará la acreditación? ¿O será sólo otra herramienta de marketing?
Se escuchan ofertas.
2 comentarios:
Tengo una duda, ¿tendrán las municipalidades dinero como para realizar una elección decente? Digo, probablemente la municipalidad de Vitacura pueda decir que quiere calidad y pueda pagarla, pero la municipalidad de La Cisterna no necesariamente puede elegir un costo mayor, y entre tener eso y tener nada probablemente sea mejor tener algo.
El problema es que los médicos del consultorio que envía sus muestras a un laboratorio que no hace bien sus exámenes tienen que tomar decisiones con resultados que muchas veces no son correctos.
Esto genera varias situaciones complicadas:
- El médico recibe un perfil bioquímico que muestra que su paciente está bien. Pero en realidad el paciente tenía un problema y el laboratorio "dibujó" un resultado normal. El paciente se queda sin tratamiento (pero sigue enfermo).
- El médico indicó un tratamiento y luego manda a repetir los exámenes para ver si el tratamiento funcionó. Los resultados del nuevo examen son iguales a los del mes pasado, con lo que el médico cree que el tratamiento no dio resultado. Pero el laboratorio sólo estaba copiando los resultados anteriores en vez de hacer el examen nuevo. El médico suspende el tratamiento anterior, comienza a buscar por otro lado, y en definitiva pierde tiempo y dinero (y el paciente sigue enfermo).
- El médico ya no confía en los resultados del laboratorio, así que manda a su paciente a repetirse los exámenes más de una vez. Lo que se había ahorrado comprando exámenes baratos y truchos ahora se pierde haciendo repeticiones.
Ojo: Hay municipalidades que tienen sus propios laboratorios y los manejan bien. Muchas de esas son municipalidades con presupuestos bajos, pero bien gastados. Aquí el problema no es el presupuesto sino el incentivo que tiene el administrador: sus "logros" se miden por la cantidad de prestaciones, pero nadie pregunta si esos análisis sirven para algo. Y si no le sirven al médico para hacer un buen diagnóstico, menos le sirven al paciente para mejorarse.
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